Semana 2 – Me acerco a ti, Madre

Nuestro mejor ejemplo de oración y de cercanía a Dios es la Virgen. Ella estuvo junto a nuestro Señor como diaconisa ofreciendo su corazón como un cáliz dispuesto a todo, abierta a todo, a todos los posibles cambios de circunstancias. 

En nuestras reflexiones nos fijaremos en el modo en que Cristo se ofreció a sí mismo a Dios Padre. En Cristo, también nosotros podemos ofrecer nuestro corazón a Dios. Al acercarnos a María, nos acercamos a Cristo, quien no solamente ofreció su corazón al Padre; lo ofreció a toda la humanidad. Fue maltratado, rechazado, cancelado de su entorno. Llamadas a ayudar a María con nuestras oraciones y sacrificios, por medio del capital de gracias y de nuestra alianza de amor con ella, nos acercamos a nuestra Madre y Reina esta semana. Permitimos que ella nos vea tal cual somos, que vea los rasgos de nuestra cultura contemporánea en nosotras. Dejamos que ella vea cuando hemos sido rechazadas o canceladas, cuando hemos sido apreciadas tal vez por razones más superficiales – digamos materialistas. Si bien los rasgos de Cristo y María se pueden ver en nosotras, también es cierto que algo del mundo también se capta en nuestro porte.

 

Acercarnos a María implica aprender a ofrecer nuestro corazón a Dios. Porque mientras más nos acerquemos a ella, más nos tendremos que desprender de las ataduras de este mundo, del peso de los superficial. Al acercarnos a María descubrimos que sólo tenemos que ofrecer nuestro corazón. Dios hace el resto. Ella nos ayudará.

Semana 2 – Me acerco a ti, Madre

Sagradas Escrituras

‘Alégrate, llena de gracia,
el Señor está contigo.
María quedó muy conmovida
al oír estas palabras, y se preguntaba qué significaría tal saludo.

Pero el ángel le dijo: ‘No temas, María, porque has encontrado el favor de Dios. Concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, al que pondrás el nombre de Jesús.

Será grande y justamente será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios
le dará el trono de su antepasado David; gobernará por siempre al pueblo de Jacob y su reinado no terminará jamás.

María entonces dijo al ángel: ‘¿Cómo puede ser eso, si yo soy virgen?’ Contestó el ángel: ‘El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el niño santo que nacerá de ti será llamado Hijo de Dios. También tu parienta Isabel está esperando un hijo en su vejez, y aunque no podía tener familia, se encuentra ya en el sexto mes del embarazo. Para Dios, nada es imposible. Dijo María: ‘Yo soy la servidora del Señor, hágase en mí tal como has dicho. Después la dejó el ángel.

Lc. 1;28-32 

Hacia el Padre

Virgen Inmaculada allí tu oración anhelante urge la aurora de salvación;
allí es donde el Arcángel Gabriel solicita tu respuesta y donde, por tu Sí, se alumbra el mundo. Te veo renovar en silencio tu Sí y veo tu luz penetrar la noche desde Schoenstatt pues el favor de Dios infinitamente sabio lo escogió como faro luminoso para
el mundo de hoy.
Concédeme ser fiel al igual que tu al Poder en Blanco, librar combate contra el antiguo Dragón, estar como instrumento disponible todo para ti, consagrar alegremente

mi vida a la misión de Schoenstatt. (182-184) 

Para meditar en silencio

 

Padre Eterno, te traigo mi corazón que quiere desprenderse de muchas ataduras para acercarse más a María y a tu Hijo. Ayúdame a aceptar todo lo que tú me envía como muestra de amor para profundizar mi entrega. Amén. 

 

Me acerco a ti, Madre

Al acercarme a ti descubro que, como Cristo, yo también te puedo llamar: ¡Madre! Yo también puedo venir a ti con todo lo que me pesa, me alegra, y ocupa.

Madre, cuando me acerco a ti, mi corazón palpita con más fuerza.

En ese corazón que tú bien conoces anidan muchos anhelos, necesidades, y sueños, pero también decepciones, dolores, y heridas.

Este corazón te necesita y por eso se consagra a ti cada día, con confianza.

Este corazón se acerca al tuyo y como tu Hijo, tiene sed — sed de ti, de tu pureza, de tu apoyo, de tu mirada, de tu conducción.

Cuando me acerco a ti con mi corazón tan desvalido se disipan muchas inquietudes, muchas preguntas. Surge la tranquilidad; mi alma se vacía en la tuya. Pesa menos, me libero.

Deseosa de desbordar este cauce de anhelos, me acerco a ti.

Quiero decirte tantas cosas. Sobre todo, quiero preguntarte ¿cómo puedo alejarme y desprenderme de mi misma para acercarme enteramente a ti?

Tantos prejuicios, arranques ciegos, y medidas calcificadas, me hacen empecinarme en mis propias metas. Hoy quiero alejarme de mi y acercarme a ti. Hoy quiero dejar la dureza de corazón, la tristeza interior, las dudas insipientes en palabras y gestos…

Quiero dejar todo esto atrás, muy lejos de mí, para acercarme a ti y a tu Hijo, para pasar esta Cuaresma contigo, Madre. Acógeme, Madre. ¡Me acerco a ti, Madre! 

Paso 2 – Aprendamos a entregarnos como María

Palabras del Padre Kentenich  2

Decíamos pues que queremos esforzarnos en meditar y exponer los pensamientos que seguirán de la manera más simple y sencilla que sea posible. Por eso nos planteamos la pregunta sobre la posibilidad de encontrar otras formulaciones para expresar ese “riesgo de la infancia espiritual”. La búsqueda de formulaciones equivalentes es un recurso que suelo emplear con gusto para explicitar mejor los temas.

Quizás hayan oído hablar de un pequeño francés, Guido Fontgalland, 3 cuya biografía corre hoy de mano en mano. Estaba íntimamente compenetrado con el Espíritu Santo y meditaba sobre cuál es la palabra que más alegra a Dios. Contemplando la escena de la Anunciación, se dijo que esa palabra sería sin duda aquella que María respondió al Padre del Cielo que le hablaba por boca del ángel. Al leer que la Sma. Virgen pronunció su “fiat”, Guido comprendió enseguida con claridad que la palabra “sí” es la que más ama el Padre…¡el riesgo de la infancia espiritual!

Ustedes ya se dan cuenta de lo que quiero decir: el riesgo es decir sí. También Jesús pronunció ese sí en una situación difícil de su vida: Ita Pater, ¡sí Padre! Pero María es quien se le anticipó: su “Ecce …fiat”. He aquí …hágase en mí, es la versión femenina del decir sí. Dios ama ese sí, y con él persigue un cierto objetivo en el acontecer mundial.

 

 

2 Niños ante Dios
3 Guy Pierre de Fontgalland (1913-1925) French boy who lived a saintly life. He was known for his simple of talking to God, his love for the Eucharist, and charitable deeds.