Semana 6 - 29 marzo - 4 de abril 2023
Contigo Madre...

 

Llega la Semana Santa. Casi con urgencia la liturgia nos lleva a conmemorar misterios insondables de amor y desamor, de acogida y rechazo, de dolor y consuelo, de heridas y sanación. La meta es clara: la renovación del compromiso bautismal. Es decir, nos encaminamos a abrazar una vez más tres realidades:

1. Somos hijas de Dios.

2. Tenemos alma de hija

3. Pertenecemos a la Familia de Dios

Nuestra alianza con María no es otra cosa que una renovación de esa alianza bautismal. Por eso, renovar nuestra unión con María y permanecer junto a ella en estos días son imperantes para los hijos de Schoenstatt, especialmente en estos días de Semana Santa.

 

Porque somos hijos de Dios confiamos en su cuidado providencial. Constantemente “olfateamos”12 el obrar y la mano de Dios detrás de cada evento. Así lo tuvo que hacer María durante los días en que acompañó a Cristo aquí en la tierra.

Porque tenemos un alma de hija no solamente anhelamos la pureza de alma, sino que también nos esforzamos por purificarla. Nos aseguramos de preparar y abrir el alma a la gracia bautismal que renovaremos la noche de la Vigilia Pascual. Por eso buscamos el sacramento de la reconciliación y nos acercamos a la Eucaristía con más frecuencia. Preparamos el alma para un impacto de la gracia en las celebraciones pascuales. El triunfo que celebraremos amerita una apertura particular. El arrepentimiento es camino seguro. Con alma de hija nos acercamos al confesionario luego de un buen acto de contricción. ¡Ese camino es seguro!

 

 

Porque pertenecemos a la Familia de Dios sabemos que no podemos dar testimonio de los misterios que celebramos por nosotras mismas. Necesitamos la comunidad, la familia, a nuestros seres queridos para darle forma y vida a nuestra fe. Captamos esa pertenencia al acercarnos espiritualmente a la Mater. Con ella queremos recorrer el tramo que nos queda hasta el Triduo Pascual. “Contigo Madre” significa que con ella elevamos el corazón. Con ella renovamos nuestra fe y nos entregamos nuevamente como hijas de Dios, con alma de hija, y como miembros y madres de una familia. Permanezcamos entonces cerca de la Mater, en ella, y con ella, para pasar estos días convencidas en nuestro interior de que vivimos: “Contigo, Madre”.

 

 12 Expresión que utilizaba el Padre Kentenich para decir que buscamos la presencia de Dios detrás de los acontecimientos cotidianos.

Semana 6

Sagradas Escrituras

Cerca de la cruz de Jesús estaba su madre, con María, la hermana de su madre, esposa de Cleofás, y María de Magdala. Jesús, al ver a la Madre y junto a ella al discípulo que más quería, dijo a la Madre: ‘Mujer, ahí tienes a tu hijo. Después dijo al discípulo: ‘Ahí tienes a tu madre. Y desde aquel momento el discípulo se la llevó a su casa. Después de esto, sabiendo Jesús que todo estaba cumplido, dijo: ‘Tengo sed’, y con esto también se cumplió la Escritura. Había allí un jarro lleno de vino agrio. Pusieron en una caña una esponja empapada en aquella bebida y la acercaron a sus labios. Jesús probó el vino y dijo: ‘Todo está cumplido. Después inclinó la cabeza y entregó el espíritu. (Jn. 19; 25-30)

 

Hacia el Padre

 

En tu arduo camino de cruz no puede faltar María,

tu Permanente Cooperadora en la salvación de los hombres;

el Padre la puso a Ella al lado tuyo, como antaño le dio Eva a Adán por compañía. Un mar de dolor conmueve los dos corazones… pero nada podrá jamás arrancar de ellos la decisión de atenerse inconmovibles a la voluntad del Padre y de recorrer juntos el camino | 29 del sufrimiento. Desde entonces, cada vez que se alza la humareda

del fuego infernal, te sirves de María, que pisa la cabeza de la Serpiente,

para reprimir, por la palabra de una mujer, a la Bestia, que abre sus grandes fauces de dragón. En unión con María quieres salvar a los hombres, encadenarlos al igual que Tú a la voluntad del Padre. Ella es y será

siempre el señuelo, el imán, al cual nuestro corazón difícilmente podrá resistir. Con tu bondad inefablemente generosa has regalado a Schoenstatt la flor más noble de la humanidad; queremos guardarla en el santuario del corazón

y llevarla hacia el mundo con audacia. (263-267)

 

Para meditar en silencio

 

Padre Eterno, en mi vida, entre los míos, veo cómo la historia de salvación se va tejiendo lentamente. Ayúdame a ser tenaz en la horas de prueba y paciente en medio del tiempo callado para esperar el triunfo de la gracia en mi y en los demás. 

Contigo Madre...

Como el discípulo amado, me quedo contigo, Madre. Contigo he pasado estas semanas. Contigo he atravesado tantas dificultades y tantas alegrías. Contigo quiero esperar el triunfo de tu Hijo y el nacimiento de la Iglesia: una nueva época para mí, para mi familia, para mi pueblo, para el mundo, para todos.

En la soledad que el Padre Celestial te concede experimentar, me uno desde mis inseguridades y dolencias, pero también desde mis aspiraciones y anhelos. En mi corazón hay un lugar, un trono reservado para ti. Desde ese trono tú reinas, tu educas, tu recibes regalos de amor, y me escuchas en mis tribulaciones.

Contigo Madre, recorro senderos desconocidos. Recorro vías dolorosas y atravieso canales oscuros. Contigo frecuento la Eucaristía y me lleno del amor de tu Hijo. Contigo sufro y me alegro, ofrezco el sacrificio y conquisto en las batallas internas de mi alma. Contigo descubro la voz de Dios.

Me quedo contigo, Madre para librar las batallas internas, esas que a veces se juegan desde la inquietud y el sosiego, desde la incertidumbre y la renuncia. Contigo resisto la persecución y descubro el valor del sacrificio.

Contigo Madre quiero soñar nuevos horizontes de vida, vida de gracia, vida espiritual, vida para otros, vida que mane desde tu Santuario, ese que has erigido en mi corazón. Tu presencia en mi casa, en mi familia, se hace compañía, se hace santuario—contigo Madre.

Contigo suceden milagros, corazones se transforman. Contigo vencemos obstáculos y nuevas decisiones dejan de ser barreras invencibles. Contigo me enfrento a pequeñas y grandes tentaciones que no dejan que la gracia fluya a caudales en mi interior.

   

Contigo Madre, los sacrificios, la faena diaria, y hasta los disgustos y malentendidos cobran sentido. Contigo aprendo lo que verdaderamente es el amor, la fe, y la humildad porque contigo es más fácil entender el mensaje de Cristo, su vida, sus misterios, y su misión.

Contigo aprendo a colaborar con la obra de la redención, desde mi sencillez y pequeñez. Contigo aprendo a abrir caminos de reconciliación y dar consuelo en mi entorno. Contigo aprendo a observar en silencio sin ofrecer muchas “recetas”. Contigo y en ti encuentro mi centro, mi núcleo, mi fuerza. Contigo descubro lo que es la armonía interior, aprendo a integrar el claro- oscuro de mi realidad, a veces amarga, a veces muy dulce.

Contigo, Madre quiero recorrer los caminos de Cristo para que seamos uno entre los tres: Cristo, tú, y yo. Contigo llego a ser instrumento de redención, que eleve a los demás a las alturas de tu Hijo. Contigo puedo elevar el corazón de otros para que encuentren el rostro de Dios en el dolor y en la vida. ¡Contigo Madre! … Y, todo el que me busca me encontrará esta cuaresma contigo. Madre.

 

Paso 6 - Aprendamos a ser lo que estamos llamadas a ser

 

Palabras del Padre Kentenich13 

La gran ley de la dinámica en el campo de la antropología es: “Ser lo que se es”. Creo que la entienden bien, ya que la cuarta característica que más arriba citamos nos ha tendido un puente hacia la comprensión cabal de la misma. Esta ley establece que la persona debe llegar a ser, de la manera más perfecta posible, todo lo noble y grande que posee germinalmente. Debe desarrollar las predisposiciones sembradas en lo hondo de su ser. Ser lo que se es…

Pero permítanme decirles que para nosotros hablar de esa nobleza y grandeza que debemos desarrollar es hablar de la infancia espiritual. En efecto, la infancia espiritual es la gran meta del devenir del hombre. De ahí se desprende una segunda idea: el sentido de ser hombre es hacerse niño; porque el ideal de ser hombre está representado, según nuestra concepción de las cosas, en el hacerse niño.

Con este pensamiento concluyo la serie de reflexiones de hoy. San Pablo nos dice que “ya no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí” (Gál 2, 20). El auténtico sentido de la educación cristiana es precisamente que Jesús, el Unigénito de Dios, cobre figura en el cristiano. Cristo, el Hijo, debe cobrar forma, figura y vida en nosotros.

13 Niños ante Dios

 

 

 En agradecimiento, nuestras almas

 escojan al Cordero de Dios

 para desposarnos con El por la eternidad

 y ser contados entre los que permanecen fieles.

 María, recibe la ofrenda

 en tus fieles manos de madre,

 y así, hasta nuestro paso a la vida futura,

 no cese este cántico de gratitud.

Hacia el Padre, 619, 625